Hace no mucho tiempo, unas cuántas semanas, que se estrenó un programa conducido por César Millán, pero a la española, una especie de pseudo reality que pretende concienciar sobre el abandono y fomentar la adopción.
Es mucho el revuelo que se formó durante el estreno de éste y los sucesivos capítulos que se han ido emitiendo en el canal que lo produce.
Suena un poco ofensivo, en ciertas ocasiones, la socorrida frase, dicha muchas veces en un tono despreciativo, que dice “Spain is different” (España es diferente), pero no puedo dejar de pensar en ella para describir los últimos acontecimientos que hemos podido ver a través de nuestros televisores en éste programa.
En el programa, un perro es “rehabilitado” por Millán, para posteriormente, ser el blanco de la disputa entre tres parejas por llevarse “el premio”; adoptar al can y darle una casa y una vida que le ha sido negada.
Un gran hermano del tres al cuarto, que juega sin pudor con una vida inocente que no entiende de cámaras ni de César Millán.
Aparte de la disputa, en una segunda sección del programa, un famoso acompaña a Millán para dar a conocer una problemática, una asociación protectora o para acoger o adoptar a un perro.
El programa comenzó bastante bien, sobretodo en el segundo en el que la baronesa Thyssen acompaña a Millán a Galgos 112, donde le enseñan las instalaciones y le cuentan la grave problemática que subyace a la práctica de la caza con galgo y el trágico maltrato y abandono al que son sometidos éstos animales.
Ahí, César conoce a Choco, un galgo cojito y asustón que es, finalmente, adoptado por el propio Millán y que vive con él en EE.UU. Es quizá, uno de los pocos finales felices que el programa puede ofrecer, y, sin duda, el más emotivo de todos, que dejó a media España con lágrimas en los ojos y que consiguió bloquear la página de la asociación Galgos112 durante semanas.
Pero el programa, insisto, está hecho a la española, con gente española, posibles adoptantes españoles.
Y ésto, señores, por muy ofensivo que suene, es el peor de los defectos que tiene éste programa; los españoles.
El programa que conduce César Millán se ha convertido en una pantomima que sirve para que cuatro fans del célebre adiestrador, acudan a conocerlo, como si de un programa de “Sorpresa, sorpresa” se tratase. Una excusa para pasearse delante de César y darle dos besos, pero eso sí, a costa de la vida, dignidad y sufrimiento de seres inocentes, los perros.
El resumen; 4 perros adoptados y posteriormente devueltos en tan sólo 7 programas emitidos.
La primera, una perrita adoptada por Angy, una famosa, que vive con dos perros algo desquiciados y que decide adoptar a Gigi, pero no se la queda, se la regala a un amigo suyo, como él mismo ha querido confirmar por correo electrónico para que lo rectifiquemos.
El siguiente, Sandor un mix de labrador y galgo que fue adoptado por una valenciana que, literalmente, acudió al programa para conocer a César y para pasear su trasero por el centro dónde se graba el programa y que, poco tiempo después, devolvió al perro alegando la más socorrida de las excusas, la alergia (que muchas personas han superado, poniéndose en manos de médicos y veterinarios que han hecho posible la convivencia del alérgico con el perro).
Una tercera, Ginger, y que nos pilla muy de cerca, iba a ser adoptada por Beatriz de Orleans, pero cuando los focos se apagaron y las cámaras dejaron de enfocarla, la infame Beatriz de Orleans dejó la “solidaridad” de boquilla a un lado y devolvió a la perra. Alegó que, cuando sus nietos se fueran de su casa, iría a recoger a Ginger a la protectora Triple A, pero ese día nunca llegó.
Cuando terminó la grabación, terminó todo y Beatriz de Orleans, volvió a abandonar a Ginger sin pudor ni vergüenza alguna.
Y él último del que tenemos conocimiento, Gadget, que iba a ser adoptado por un adiestrador canino de Barcelona y que devolvió al perro a las pocas semanas por “razones personales”. Al entender de muchos espectadores, nunca quiso adoptar un perro, si no promocionarse profesionalmente, a costa, nuevamente, de jugar con la vida de un ser indefenso.
Sí, España es diferente. Es, quizá, el único lugar en el mundo en el que jugar con la existencia de un ser vivo es lo más sencillo y lo menos importante, dónde uno puede jugar a ser solidario de boquilla con tal de conocer a un famoso o pasear su trasero por una cámara de televisión.
Ni siquiera creo, personalmente, que César Millán tenga la culpa.
Quizá el problema sea la productora, más preocupada en beneficios económicos y que realiza un cásting nefasto digno del más bochornoso y bizarro reality, buscando personas cuyas aspiraciones sean promocionarse, pasear su cuerpo ante una cámara o simplemente, conocer al adiestrador y poder darle dos besos. O quizá el problema, sea más de fondo, un problema, también a la española.
Un problema que empiece en el español, el ciudadano español, que ignora, menosprecia, que subestima y minusvalora a cualquier otra especie que no sea el ser humano o su propio ombligo, que se divierte y se recrea con la vida de otras especies y les convierte en juguetes rotos que son dejados de lado cuando se percatan de que no son de plástico y tienen necesidades que no están dispuestos a cubrir.
El español que siente indiferencia ante la grave problemática del abandono y adopta a un perro por capricho, para luego devolverlo a su lugar de origen, abandonándolo de nuevo.
El español, que a costa de una vida real, de un ser vivo de carne y hueso que siente y padece, se presenta a un programa para promocionarse, pasear su trasero ante una cámara de televisión o que deseen conocer a un famoso, adoptando a un perro para devolverlo cuando los focos se han apagado.
El español que crea un programa y elige a éste tipo de execrables españoles a conciencia, con tal de ganar dinero a costa de un ser vivo inocente e indefenso.
El español que crea un programa proclamando que éste va a concienciar sobre el abandono y fomentar la adopción, y posteriormente escoge entre los posibles adoptantes a personas que, a kilómetros se puede ver que no tienen la más mínima intención de adoptar a un perro.
El español que crea un programa para fomentar la adopción y condenar el abandono y que permite que en 7 programas, 4 perros sean adoptados y abandonados nuevamente al apagar los focos y que lo esconde.
Sí, definitivamente, es un problema a la española. Un problema que perjudica muy seriamente a los perros, seres inocentes que no entienden de cámaras, focos, ni de problemas “a la española”.
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